martes, 30 de abril de 2013

LAS IDEAS FUERZA DE ESTOS 4 FILÓSOFOS NO TIENEN UNA MISMA BASE O SIEMPRE SE RELACIONAN EN ALGÚN PUNTO COMO POR EJEMPLO EL PENSAMIENTO DE FEUERBACH Y EL DE CAMUS SON SIMILARES YA QUE ESTE ULTIMO BASABA SUS PENSAMIENTOS EN EL EXISTENCIALISMO , QUE SOLO SE NACE PARA MORIR Y EL PRIMERO DICE QUE EL HOMBRE VIVÍA  POR ENDE SIEMPRE EN UN ESTADO FANTASIOSO IMAGINATIVO E ILUSIONISTA.

LUDWING FEUERBACH

(Landshut, actual Alemania, 1804 - Nuremberg, id., 1872) Filósofo alemán. Abandonó sus estudios de teología para estudiar filosofía en Berlín junto a Hegel, a quien más tarde se opondría. Centró sus intereses en la elaboración de una interpretación humanística de la teología, en obras comoPensamientos sobre la muerte y la inmortalidad (1830) y La esencia del cristianismo (1841), su obra más destacada, en la que considera a Dios como una hipóstasis del hombre. Definido en términos abstractos pero pensado como ente sensible, Dios es en sí mismo una noción contradictoria según Feuerbach; su filosofía trata de reconducir esta y otras «espiritualizaciones» a la realidad del «hombre singular», el hombre físico, con sus sentimientos y necesidades concretas. Ludwig Feuerbach es una de las principales figuras del llamado «hegelianismo de izquierdas».

Ludwig Feuerbach
Hijo de un famoso jurista, estudió teología en la Universidad de Heidelberg y posteriormente se trasladó a Berlín para seguir los cursos de Hegel, por quien quedó literalmente deslumbrado: "de Hegel he aprendido en un mes todo lo que antes no aprendí en dos años", dijo el propio Feuerbach. Doctorado en Erlangen, permaneció allí de 1829 a 1832, como profesor libre. La ruptura con su maestro, sin embargo, surgió pronto y se concretó enPensamientos sobre la muerte y la inmortalidad (1830), ensayo que por la tesis anticristiana que sostenía (inmortal es la humanidad, no el individuo singular) le costaría a Feuerbach la carrera universitaria.
Se retiró entonces a una localidad de Baviera y cuidó de la publicación de Historia de la nueva filosofía, aparecida entre 1836 y 1841; de ensayos sobre Leibniz y Bayle, y de una Crítica de la filosofía hegeliana(1839), así como de textos de crítica religiosa que fueron el prólogo de la principal de sus obras: La esencia del cristianismo (1841). Sucesivamente dio a luz Tesis de introducción a la reforma de la Filosofía,Fundamentos de la filosofía del porvenir (1843), y, finalmente, otros dos grandes textos: La esencia de la religión (1845) y Teogonía.
La fama de ateo determinó la completa marginación del filósofo del ambiente académico. Sólo en 1848, invitado por la asociación de estudiantes revolucionarios de Heidelberg, tuvo la oportunidad de impartir un curso universitario, que sería publicado tres años más tarde (Lecciones sobre la esencia de la religión). El resto de su vida vivió en soledad, apartado y en miserables condiciones económicas. En estado fragmentario quedó un ensayo sobre la ética, que la muerte le impidió terminar.
Las reflexiones de Feuerbach se centraron siempre en la investigación de un único problema. El propio filósofo afirmo: "La primera tendencia que se hizo luz en mí no fue la ciencia o la filosofía, sino la religión. Como consecuencia de esta tendencia, hice de la religión el fin y la profesión de mi vida... Mi primer pensamiento fue Dios; el segundo, la razón; el tercero y último, el hombre". Feuerbach estaba interesado no tanto en el problema de la existencia de Dios como en el proceso de la formación de la idea de Dios en el pensamiento humano, y toda su filosofía puede resumirse en esta máxima: no es Dios quien crea al hombre, sino que es el hombre quien crea a Dios.
En su obra analiza y critica el hecho religioso desde una perspectiva antropológica: la religión es entendida como una forma de enajenación por la cual el hombre escinde la realidad en un mundo terrenal, material y sensible, y otro espiritual. Para superar esta escisión es necesario «mundanizar» e «inmanentizar» la religión, convertir la teología en antropología. Con su crítica de la teología especulativa de Hegel, Feuerbach ejerció una poderosa influencia sobre los jóvenes filósofos de la izquierda hegeliana, especialmente en la primera época de Karl Marx y Friedrich Engels.
La primera de sus obras principales, La esencia del cristianismo (1841), provocó gran entusiasmo, sobre todo entre los jóvenes. Con ella la izquierda hegeliana rompía las reservas que Hegel y sus epígonos de derechas habían conservado hacia el cristianismo, y extraía las consecuencias de la crítica iniciada en la Vida de Jesús, de Strauss. Para Feuerbach, la identidad del espíritu humano con el divino, afirmada por los hegelianos, no es más que la identidad del hombre consigo mismo. El hombre no puede elevarse por encima del hombre; cuando habla de Dios, proyecta fuera de sí sus pensamientos más elevados; pero el ser en que estos pensamientos convergen no tiene realidad fuera del sentimiento que lo crea. Ese ser es infinito porque infinito es el deseo; el deseo teogónico, el deseo creador de los dioses, es la esencia de la religión, incluso de la cristiana. Toda teología es psicología, y su interés no reside en el conocimiento objetivo que pretende ofrecer, sino en sus motivos genéticos. Decir, por ejemplo, que Dios es justicia y bondad, significa expresar la convicción de que la justicia y la bondad son las cualidades más elevadas del hombre.
La proyección fantástica del sentimiento religioso obra sobre el sentimiento mismo, exaltándolo; pero puede también tener, de acuerdo con Feuerbach, consecuencias dañosas. El hombre, que ha concentrado en la idea de Dios todo lo mejor de sí mismo, si se siente privado de todo, pecador y perdido en el seno del ser ideal, y es injusto consigo mismo, olvidándose de que Dios es el hombre mismo en su expresión más alta. Por otra parte, las cualidades humanas, referidas a un ser absoluto, vienen alteradas en su concepto: la justicia divina, a causa de estar por encima de la justicia humana, termina confundiéndose con la injusticia; y el hombre religioso puede ser inducido a sacrificar su propia conciencia en homenaje al ser creado por esta conciencia. La rotura de la unidad del espíritu humano, del que nace el divino, se traduce así, por una parte, en una divinidad inhumana, y por otra, en una humanidad sacrificada. Pero el deseo teogónico puede tomar conciencia de su humanidad, liberándose de toda forma de objetivismo teológico, sin que se sacrifique nada, piensa Feuerbach, de la esencia del cristianismo.
En La esencia de la religión (1845), el filósofo alemán renovó y completó la tesis desarrollada en La esencia del cristianismo. En esta segunda obra, partiendo del punto de vista de la religión en general, extiende su análisis a la idea de la naturaleza, de la cual es también una proyección la idea de Dios. De este modo se puede decir que la "teología" no es tanto "antropología" como "fisiología", divinización de la naturaleza. Las religiones de todos los pueblos reflejan, en su idea de Dios, su interpretación del mundo y de la vida, su concepción de la naturaleza, sus instituciones políticas, su grado de civilización.
Los primitivos representan, por ejemplo, la acción de la Providencia divina como el gobierno patriarcal de un soberano absoluto, cuya voluntad es ley en sí misma sin límites. Los teólogos racionalistas, no pudiendo ignorar la idea y el determinismo de la naturaleza, se resuelven a un compromiso: conciben a Dios como un soberano constitucional, cuya voluntad está limitada por leyes a través de las cuales se manifiesta: Dios reina, pero no gobierna. Pero la naturaleza está en realidad gobernada por un régimen republicano, esto es, sin soberano. Las ideas de este libro fueron divulgadas por Feuerbach en 1848 en una serie de Lecciones sobre la esencia de la religión, dadas en Heidelberg y publicadas en 1851.

SIGMUND FREUD


Sigismund Freud, que, a los veintidós años, habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, Checoslovaquia), el 6 de mayo de 1856. Su padre fue un comerciante en lanas que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos habidos en un matrimonio anterior; el mayor de ellos tenía aproximadamente la misma edad que la madre de Freud -veinte años más joven que su esposo- y era, a su vez, padre de un niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.
En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno y al año siguiente la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de dificultades y estrecheces, siendo muy frecuentes las temporadas en las que, durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), el padre se encontraría sin trabajo. Freud detestó siempre la ciudad en la cual, por otra parte, residió hasta un año antes de su muerte, cuando, en junio de 1938 y a pesar de la intercesión de Roosevelt y Mussolini, se vio obligado, dada su condición de judío -sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933-, a emprender el camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss, la anexión de Austria al rancio proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada por los nazis con ayuda de Seyss-Inquart y los prosélitos austriacos.

Freud en su estudio
La familia se mantuvo fiel a la comunidad judía y sus costumbres; aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido ya las creencias religiosas en la adolescencia. En 1873, finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar los estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y, de 1876 a 1882, trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que había obtenido en 1881, con tres años de retraso.
Sin ninguna predilección por el ejercicio de la medicina general, resolvió adquirir la suficiente experiencia clínica que le permitiera alcanzar un cierto prestigio, y, desde julio de 1882 hasta agosto de 1885, trabajó como residente en diversos departamentos del Hospital General de Viena, decidiendo especializarse en neuropatología. En 1884 se le encargó un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y, no sin cierta imprudencia, la experimentó en su persona. No se convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de empujar a la adicción a su amigo Von Fleischl al tratar de curarlo de su morfinomanía, agravando, de hecho, su caso. En los círculos médicos se dejaron oír algunas críticas y su reputación quedó un tanto ensombrecida. En 1885, se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera, primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis, aunque sin acceder a ninguna cátedra.
La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean Martín Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que sentía hacia quienquiera que pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil.
Poco antes de casarse, Freud abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas. Su amistad con Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos.
En 1896, luego de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catarsis», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y 'transferencia'. En 1899, apareció su famosa La interpretación de los sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras. Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en cada una de sus sucesivas ediciones.
Hasta 1905, y aunque por esas fechas sus teorías habían franqueado ya definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió, incluso, varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que, en la primavera de 1908, por invitación de Karl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, comprobando con sorpresa el entusiasmo allí suscitado por el pensamiento freudiano mucho antes que en Europa. En 1910 se fundó en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, presidida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914, año en que se vio obligado a dimitir, como corolario de la ruptura fallada por el mismo Freud en 1913, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de «líbido» más allá de su significación estrictamente sexual. En 1916 publicóIntroducción al psicoanálisis.
En 1923, le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad. Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de nuestra cultura datan de ese período (El porvenir de una ilusión [1927], El malestar en la cultura [1930], Moisés y el monoteísmo [1939]). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Darwin y el evolucionismo social de Frazer, había dado testimonio de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el comportamiento de los hombres.

ALBERT CAMUS


(Mondovi, Argelia, 1913-Villeblerin, Francia, 1960) Novelista, dramaturgo y ensayista francés. Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel, que no pudo concluir debido a que enfermó de tuberculosis.

Albert Camus
Formó entonces una compañía de teatro de aficionados que representaba obras clásicas ante un auditorio integrado por trabajadores. Luego, ejerció como periodista durante un corto período de tiempo en un diario de la capital argelina, mientras viajaba intensamente por Europa. En 1939 publicó Bodas, conjunto de artículos que incluyen numerosas reflexiones inspiradas en sus lecturas y viajes. En 1940 marchó a París, donde pronto encontró trabajo como redactor en Paris-Soir.
Empezó a ser conocido en 1942, cuando se publicaron su novela corta El extranjero, ambientada en Argelia, y el ensayo El mito de Sísifo, obras que se complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo. Tal influjo se materializa en una visión del destino humano como absurdo, y su mejor exponente quizá sea el «extranjero» de su novela, incapaz de participar en las pasiones de los hombres y que vive incluso su propia desgracia desde una indiferencia absoluta, la misma, según Camus, que marca la naturaleza y el mundo.
Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial se implicó en los acontecimientos del momento: militó en la Resistencia y fue uno de los fundadores del periódico clandestino Combat, y de 1945 a 1947, su director y editorialista. Sus primeras obras de teatro,El malentendido y Calígula, prolongan esta línea de pensamiento que tanto debe al existencialismo, mientras los problemas que había planteado la guerra le inspiraron Cartas a un amigo alemán.
Su novela La peste (1947) supone un cierto cambio en su pensamiento: la idea de la solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la tragedia de vivir se impone a la noción del absurdo. La pestees a la vez una obra realista y alegórica, una reconstrucción mítica de los sentimientos del hombre europeo de la posguerra, de sus terrores más agobiantes. El autor precisó su nueva perspectiva en otros escritos, como el ensayo El hombre en rebeldía(1951) y en relatos breves como La caída y El exilio y el reino, obras en que orientó su moral de la rebeldía hacia un ideal que salvara los más altos valores morales y espirituales, cuya necesidad le parece tanto más evidente cuanto mayor es su convicción del absurdo del mundo.
Si la concepción del mundo lo emparenta con el existencialismo de Jean-Paul Sartre y su definición del hombre como «pasión inútil», las relaciones entre ambos estuvieron marcadas por una agria polémica. Mientras Sartre lo acusaba de independencia de criterio, de estirilidad y de ineficacia, Camus tachaba de inmoral la vinculación política de aquél con el comunismo.
De gran interés es también su serie de crónicas periodísticas Actuelles. Tradujo al francés La devoción de la cruz, de Calderón, y El caballero de Olmedo, de Lope de Vega. En 1963 se publicaron, con el título deCuadernos, sus notas de diario escritas entre 1935 y 1942. Galardonado en 1957 con el Premio Nobel de Literatura, falleció en un accidente de automóvil.

Filósofos

Friedrich Nietzsche

(Röcken, actual Alemania, 1844-Weimar, id., 1900) Filósofo alemán, nacionalizado suizo. Su abuelo y su padre fueron pastores protestantes, por lo que se educó en un ambiente religioso. Tras estudiar filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, a los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea; pocos años después, sin embargo, abandonó la docencia, decepcionado por el academicismo universitario. En su juventud fue amigo de Richard Wagner, por quien sentía una profunda admiración, aunque más tarde rompería su relación con él.

Friedrich Nietzsche
La vida del filósofo fue volviéndose cada vez más retirada y amarga a medida que avanzaba en edad y se intensificaban los síntomas de su enfermedad, la sífilis. En 1882 pretendió en matrimonio a la poetisa Lou Andreas Salomé, por quien fue rechazado, tras lo cual se recluyó definitivamente en su trabajo. Si bien en la actualidad se reconoce el valor de sus textos con independencia de su atormentada biografía, durante algún tiempo la crítica atribuyó el tono corrosivo de sus escritos a la enfermedad que padecía desde joven y que terminó por ocasionarle la locura.
Los últimos once años de su vida los pasó recluido, primero en un centro de Basilea y más tarde en otro de Naumburg, aunque hoy es evidente que su encierro fue provocado por el desconocimiento de la verdadera naturaleza de su dolencia. Tras su fallecimiento, su hermana manipuló sus escritos, aproximándolos al ideario del movimiento nazi, que no dudó en invocarlos como aval de su ideología; del conjunto de su obra se desprende, sin embargo, la distancia que lo separa de ellos.
Entre las divisiones que se han propuesto para las obras de Nietzsche, quizá la más sincrética sea la que distingue entre un primer período de crítica de la cultura y un segundo período de madurez en que sus obras adquieren un tono más metafísico, al tiempo que se vuelven más aforísticas y herméticas. Si el primer aspecto fue el que más impacto causó en su época, la interpretación posterior, a partir deHeidegger, se ha fijado, sobre todo, en sus últimas obras.
Como crítico de la cultura occidental, Nietzsche considera que su sentido ha sido siempre reprimir la vida (lo dionisíaco) en nombre del racionalismo y de la moral (lo apolíneo); la filosofía, que desde Platón ha transmitido la imagen de un mundo inalterable de esencias, y el cristianismo, que propugna idéntico esencialismo moral, terminan por instaurar una sociedad del resentimiento, en la que el momento presente y la infinita variedad de la vida son anulados en nombre de una vida y un orden ultraterrenos, en los que el hombre alivia su angustia.
Su labor hermenéutica se orienta en este período a mostrar cómo detrás de la racionalidad y la moral occidentales se hallan siempre el prejuicio, el error o la mera sublimación de los impulsos vitales. La «muerte de Dios» que anuncia el filósofo deja al hombre sin la mezquina seguridad de un orden trascendente, y por tanto enfrentado a la lucha de distintas voluntades de poder como único motor y sentido de la existencia. El concepto de voluntad de poder, perteneciente ya a sus obras de madurez, debe interpretarse no tanto en un sentido biológico como hermenéutico: son las distintas versiones del mundo, o formas de vivirlo, las que se enfrentan, y si Nietzsche ataca la sociedad decadente de su tiempo y anuncia la llegada de un superhombre, no se trata de que éste posea en mayor grado la verdad sobre el mundo, sino que su forma de vivirlo contiene mayor valor y capacidad de riesgo.
Otra doctrina que ha dado lugar a numerosas interpretaciones es la del eterno retorno, según la cual la estructura del tiempo sería circular, de modo que cada momento debería repetirse eternamente. Aunque a menudo Nietzsche parece afirmar esta tesis en un sentido literal, ello sería contradictorio con el perspectivismo que domina su pensamiento, y resulta en cualquier caso más sugestivo interpretarlo como la idea regulativa en que debe basarse el superhombre para vivir su existencia de forma plena, sin subterfugios, e instalarse en el momento presente, puesto que si cada momento debe repetirse eternamente, su fin se encuentra tan sólo en sí mismo, y no en el futuro.